El día que Carolina regresa a la tierra donde nació desconoce que es dueña de
todo y que por sus venas corre sangre maldita…
Barrantes era el potentado de la región. Un hombre egoísta que se apoderó de
las tierras, las casas y hasta las vidas del pueblo. Un hombre al que todos odiaban
y temian y ante la imposibilidad de deshacerse de él desearon que jamás se
reprodujera.
La fuerza del odio es tal que se convierte en maldición y un día todos conjuran para
que su especie no se reproduzca sentenciando: si algún día la sangre de Barrantes
corre por alguna criatura ésta será maldita. El pueblo no lo sabe, pero una noche
Barrantes logra engendrar una hija, que tendrá que abandonar el pueblo recién nacida
para regresar años más tarde como hija de la criada en una tierra que le pertenece.
Carolina quien desconoce toda la verdad, regresa y se enamora. Sin saberlo cada vez
que un hombre se le acerca, cada vez que el amor está por darse y ella cercana a
reproducirse, la maldición se anuncia rompiendo espejos, quebrando vidrios. Rayos,
truenos y tormentas caen en la región que no cesa de buscar a la hija de Barrantes
para acabar con ella, para impedir que ame.
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